¡Qué suerte han tenido los toros de Adolfo Martín con los tres toreros que les han tocado en suerte! Hasta el sexto la corrida han mansurroneado, denotando falta de casta y queriendo suplirla con el genio. Antonio Ferrera, en su buen momento como lidiador y banderillero insigne; Diego Urdiales, que con su segundo ha sacado con reposo y torería naturales de bella factura de donde no los había; y Miguel Ángel Perera, tratando a su primero como si no fuera un tigre manso con cuernos; han ido frenando la irritación del público por el mal juego de los “adolfos”, algunos de los cuales apuntaban peores ideas que Fumanchú.
Pero hete aquí que sale el último de la tarde y esa columna jónica del toreo que es en este momento Perera, le planta cara y lo trata como si fuera un “juampedro”, y aquí me planto y aquí te la pongo y por aquí te llevo quieras o no quieras, y el toro, sorprendido, se pone a embestir ora por el pitón izquierdo, ora por el derecho y a tragarse naturales largos, profundos ¡monumentales! y derechazos de la misma factura, y el público se le pone otra vez en pie al de Puebla del Prior y se desgañita con olés tan largos y tan hondos como sus naturales. Lío gordo, y van dos en el mismo San Isidro. Como el mozo se tira a matar con el corazón empujando el pomo de la espada, el toro cae fulminado a sus pies y las dos orejas vuelan a sus manos. Y la segunda puerta grande de Las Ventas en menos de una semana.
La consagración de Perera como el torero del momento. Serio, honesto, profundo y sin una concesión a la galería, el extremeño ha agarrado el cetro del toreo con fuerza. Perera el Grande, habrá que anunciarlo si sigue así.
.Por Paco Mora
No hay comentarios:
Publicar un comentario