La noticia taurina del día, y posiblemente de la temporada, es la reaparición de José Miguel Arroyo “Joselito” en Istres.
Reaparición –cuesta creer que por un día- saldada con cuatro orejas y un rabo. Durante su faena al toro del rabo, la banda de música de la plaza interpretó “El Concierto de Aranjuez” del maestro Rodrigo.
Una bella pieza musical para un torero serio y sensato que ha sabido respetar su profesión, a la que ha dado muchos días de gloria con faenas inolvidables. Hay que extraer consecuencias de la tarde de Joselito en Istres.
La primera es que la Francia torera ha sabido estar a la altura, colocando el cartel de “no hay billetes” y arropando al torero con su admiración y entusiasmo durante toda la tarde. La “mise en escene” ha sido de gran acontecimiento, a la que ha sabido responder el torero con una entrega total con su “decíamos ayer”.
Tal parece que no hubieran pasado los años y si acaso, me dicen, su toreo ha ganado en reposo, temple y cadencia.
La segunda es que para estar como ha estado José en su reaparición se ha debido sacrificar durante muchos meses.
No podía defraudar a la afición francesa ni engañarse a sí mismo. La puesta a punto ha sido, pues eso… de cuatro orejas y un rabo. Por eso es difícil creer que Joselito no vaya a seguir toreando.
Su honestidad torera y su hombría de bien le vendría como anillo al dedo al toreo de los G.10 los G.5, y las campañas de marketing que confunden a los toreros con artistas de vodevil o turroneros de feria.
Que los hados del toreo no permitan que el retorno de Joselito sea flor de un día.
Al toreo actual le hace mucha falta una inyección de personalidad recia y honesta. La Fiesta de los Toros es algo muy serio. Es un arte del que en ningún caso pueden hacer mangas y capirotes un puñado de niños ensoberbecidos y petulantes
.Por Paco Mora
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