P. GUERRERO. HUELVA información.|
Por predisposición, por valor y por convencimiento.
Así fue como David de Miranda se adueñó de la tarde sevillana en la que como nuevo embajador del toreo onubense presentaba credenciales, que si para algo abundan es que en ambas sonaron música. La única música de la tarde quitando paseíllo.
Esa y la del valor con el que Miranda se entretuvo en mostrar que a qué aspira dentro de este escalafón que ha comenzado hace muy poco.
David fue el único de la terna que sabía a qué venía a Sevilla y lo fue mostrando a lo largo de una tarde donde la corrida del Conde de La Mazase fue desinflando de casta y de fuerzas poco a poco. No es poco interesar, como intereso el triguereño con semejante ganado, Lo hizo a cambio de jugarse el tipo sabiendo que la voltereta estaba a la vuelta de cada embestida.
Con el más noble del festejo cuajó ese pitón izquierdo por donde podían llegar las únicas embestidas potables.
Quieto, aguantando faena en el centro del ruedo, llevó largo al novillo con la zurda en lo más sobresaliente de todo el toreo de la tarde, sin que esa escalofriante voltereta con el capote a la espalda hubiese menguado el ánimo. Tanto es así que antes de ejecutar la primera bernardina otra vez había sentido el frío de esos dos pitones desbrozando alamares y buscando presa. Había brindado al ganadero Cuadri.
El último fue todo un brindis a la Maestranza. Apostó todo el capital que le quedaba al último de la tarde al que mando hacer poca sangre en el caballo, y el condeso se quedó áspero. Con ese material David tiró de inteligencia, y sin dejar irse para los adentros al novillo le cuajó otra serie notable de naturales, que encendieron de nuevo la música. No importó que el novillo no quisiera pelea. La quería Miranda y bastó para entender que más allá de la sexta serie el novillo se había secado.
Lástima que la espada no fuese ayer esa compañera certera y rotunda porque entonces ahora mismo estaríamos contando una Puerta Grande arrebatada a ley a un lote sin fondo ni garantías.
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