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viernes, 13 de abril de 2018

La muleta de Luís Bolívar

La tarde no pudo ser más desagradable. Si todo el jueves estuvo metido en lluvias, y en lluvias recias, sentarse en los tendidos maestrantes tenía mucho mérito. Por eso se entiende la deserción de tantos en esta tarde insufrible. Los que no le echaron valor a irse a la calle, se perdieron una faena muy notable de Luís Bolívar, con mucha torería y de torero ya muy cuajado.
 El resto de la tarde fueron oportunidad imposibles tanto para Joselito Adame que estuvo sobrado con su lote--, como para el más novel Rafa Serna. 
La corrida de La Palmosilla apuntó buenas intenciones, que luego no pudo explicitar por su poca fortaleza.

SEVILLA. Tercera de feria. Un desolador cuarto del aforo cubierto. Llovió con intensidad durante el día, pero salió el sol mediada la lidia del 2º, para más tarde volver el agua con fuerza. Tarde fría e incómoda. Toros de La Palmosilla (Javier Núñez), bien presentados y muy ofensivos por delante, tres cinqueños (1º, 5º y 6º), con un buen fondo de bravura y clase, pero muy desiguales en acometividad y fuerzas; el más colaborador y  lucido, el 4º. Luís Bolívar (de granate y oro), silencio y una oreja.  Joselito Adame (de caldera y oro), silencio tras dos avisos y silencio. Rafael Serna (de turquesa y oro), ovación y silencio.
Tomás López y Fernando Sánchez saludaron tras banderillear  de forma excelente al 5º. 
No era ni un día de primavera, ni mucho menos un día de toros. El sol y moscas se cambio por frío y lluvia. Eso sí, el ruedo en buen estado gracias al trabajo de sus cuidadores. Por la mañana había más que dudas de si podría celebrarse el festejo. Tan es así que cuando sonaron los clarines se podría discutir si no era lo más procedente la suspensión. Pero como, en efecto, el tiempo está loco, cuando Adame cogió la muleta en el segundo de la tarde el sol lucia como si nada; un cambio muy medido: con la lidia del 5º volvió la mojadura. Pero ni con sol ni sin él, se fueron ni el frío ni la humedad.


La frialdad se había instalado en los tendidos, hasta que trabajosamente los aficionados presentes entraron en la muy bien trazada faena de muleta de Luís Bolívar con el 4º. Les costó su trabajo despertar del mal sueño, pero a base del temple y de la calidad el torero de Cali, en muletazos largos y por abajo, les hizo entrar en la lidia. Un feliz despertar, culminado con la vuelta al ruedo con la oreja de su enemigo, bien concedida por el palco. En medio de la lluvia fuerte y la muy mermada fortaleza del que abrió la tarde, Bolívar estuvo tesonero, hasta que optó por acudir a los aceros. Buen momento el que atraviesa el diestro colombiano, pese a lo poco que ha toreado en España en los últimos años.



Joselito Adame, que se ha ido ganando ser un fijo en abril, estuvo en ambos turnos por encima de sus enemigos. Especialmente valorable su firmeza con el 5º, que tenía dentro su guasa. Tampoco en el un tanto agobiante 2º --pronto al cite, pero sin saber salirse de la suerte-- tuvo mayores opciones.



Con torería y desparpajo lidió Rafa Serna al que hacía 3º, un toro con calidad, pero muy cogida con alfileres. Dentro de las posibilidades que se daban, su faena de muleta fue a más, hasta cuajar muletazos bien logrados, aunque sin poder encadenarlos. Mató con decisión, aunque en el rincón, y saludó desde el tercio. Entre lo fea que se puso la tarde y las condiciones del cinqueño final --al que había que poderle mucho --, el sevillano volvió a buscar el triunfo, exponiendo en más ocasiones de las que merecía su enemigo. En su empeño, como es lógico, dejó entrever su poco oficio. Lo mató con decisión. Mal harían los taurinos si no le dan marcha a esta promesa.



Otro sí  
¡Qué difícil es acertar cuando llueve! 
En los muy recomendables Aperitivos Taurinos que se celebran en el Hotel Colón, se planteó en este jueves, visto como andaba el clima, si al aficionado se le debe poner en la situación de aguantar una tarde de toros bajo la lluvia, en la incomodidad además de los tendidos maestrantes. La cuestión no es de tan fácil respuesta como pueda parecer.



Cuando en el cartel andan las figuras,  la suspensión tiene menos discusión: tienen la agenda llena de contratos. Pero cuando se acartelan toreros necesitados de un triunfo que reafirme su carrera, con una solo tarde en el abono, tiene toda su lógica que se aferren a ese “vamos para adelante”, por más que desde la Presidencia se les advierta que “si se comienza, se termina”. Necesitan esa oportunidad, porque no tienen seguro que haya otra; con lo cual, quieren echar adelante el festejo a toda costa.



Sin embargo, habría que buscar una solución alternativa a tan legítimo propósito de los toreros, antes que ese someter al aficionado, y nada digamos al espectador de ocasión, al calvario de una tarde de agua y frío, sentados en la piedra, que en ese trance hasta parece aún más dura. Reconocían los tertulianos del Colón con mucho sentido común que hoy un festejo taurino es colindante con un espectáculo de lujo, en el que resultan impropias tales penalidades, cuando además el escenario es una pura incomodidad.



Pero ahí queda ese conflicto de intereses, de tan complicada solución. Qué difícil es acertar, cuando además el clima ha perdido un poco la chaveta: lo mismo llueve que sale el sol, como ocurrió este jueves. Las novias, cuando ven peligrar un día soleado para su boda, lo arreglan mandando unas docenas de huevos a un monasterio cercano. A lo mejor don Ramón Valencia podría probar esta fórmula. Por probar que no quede.

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