La feria de Sevilla ha concluido con un balance más bien pobre, básicamente por el clamoroso fallo del factor ganadero. En efecto, muy de preocupar ha sido tanto la presentación como el juego de una mayoría de ganaderías, en especial aquellas que más reclaman las figuras. Abundaron los toros bajos de raza y bravura, amén de con fuerzas muy mermadas. Con todo, lo más preocupante ha sido el relajo de la autoridad a la hora de los reconocimientos.
Pero muy preocupante también ha sido los efectos que la crisis y la debilidad de los carteles han tenido en las taquillas. Que tan sólo haya habido dos tardes de “No hay billetes” --tres si incluimos la corrida de Resurrección, que está en el abono pero no forma parte del ciclo ferial-- no es lo que hasta ahora resultaba habitual en la Maestranza.
¿Cuál de los dos factores ha sido el más determinante de estas flojas entradas? No es fácil de discernir entre ellos. Es lógico que, al precio que se han puesto las entradas, el público se muestre cada día más selectivo a la hora de elegir que entradas adquiere. Y en Sevilla ha habido demasiados carteles confeccionados como para rellenar fechas, no en razón de su interés propiamente taurino. La equivocada decisión de prescindir de antemano de toreros como El Juli y Perera ha tenido en todo esto un alto porcentaje de incidencia.
Pero también la crisis económica necesariamente se ha dejado notar, como en general ha ocurrido con todas las actividades relacionadas con la Feria, con una importante reducción del consumo y de la utilización de plazas hoteleras.
El resultado final se ha visto cada día en los tendidos, donde lo que más han abundado son las medias entradas, e incluso sin llegar a eso. ¿La solución? No es fácil. Desde luego, el que sea capaz de patentar una salida eficaz para esta situación, se hace de oro, porque estamos ante un mal que nos va a acompañar durante toda la temporada.
Quizás sea excesivo el número de festejos que se incluyen en los abonos. ¿Seguro que en Sevilla caben 20 festejos seguidos? ¿No sería mejor reducir ese número para ofrecer al aficionado lo más esencial de cada momento? Por duro que resulte, ¿estamos en momento de convertir las ferias en un serial de oportunidades para los toreros locales o foráneos?
Pero cuando la Empresa Canorea realice sus cuentas, comprobará si todo su esfuerzo organizativo, que viene muy forzado por sus compromisos con la televisión de pago, se ven compensado con estos ingresos extras de los derechos audiovisuales.
Pero el bajo nivel de la feria también ha venido influenciado por el pobre papel de una mayoría de los toreros anunciados. Fuera de Manzanares, que con una de sus actuaciones barrió como triunfador de la feria, el resto ha sido un cierto puedo y no quiero. En el fondo, apuntes muy interesantes, pero a la postre apuntes, cuando no han sido decepciones.
A salvo en voluntarioso Talavante, en el capítulo de las decepciones hay que anotar que se le fue la feria de vacío a Morante y resulto exiguo el nivel de El Cid y Castella, pese a estar contratados para tres tardes. Tampoco terminó de romper Daniel Luque, que ha recibido críticas muy duras en la prensa de Sevilla. De los locales levantó cabeza Antonio Nazaré, que en unos días tiene su gran oportunidad en Madrid. Y dentro de lo que es su corte, se justificó el nuevo Esaú Fernández.
De los foráneos, Sevilla ha reconocido la profesionalidad El Fandi, ha dado vía libre a Iván Fandiño y David Mora y se ha quedado con apuntes interesantes pendientes de mayores confirmaciones en el caso de Diego Silveti y López Simón.
El balance, en fin , ha sido pobre. Pero para sacar conclusiones mas definitivas a la hora de tomar la temperatura a la coyuntura taurina, debe esperarse a ver que ocurre en Madrid, con un mes largo de toros y carteles igualmente mediocres. Por lo pronto, ya se sabe que el abono ha bajado de manera sensible. En la venta de las entradas sueltas se comprobará la fuerza real de cada cartel de los anunciados.
Hay que suponer que en el caso de Las Ventas, al menos en lo que se refiere a la presentación no bajará tanto el nivel ganadero. Lo de la bravura, la casta y el poder, será harina de otro costal.
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