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lunes, 29 de junio de 2015

1º Edición de Huelva Busca un torero

LA AGRADABLE SORPRESA DE DOMINGO VALDERRAMA
Por VICENTE PARRA ROLDÁN
De forma sorprendente, en la puerta principal de la plaza de toros de La Merced surgió la figura de un maletilla que, a la manera clásica, pedía una oportunidad. Se trataba del joven valverdeño Sergio González, quien estuvo unas jornadas demandando sus deseos de actuar en el coso pues la empresa decidió organizar un festejo bajo el pomposo nombre de “Huelva busca un torero para Huelva”.
Por entonces, de nuestra tierra estaban en el mundo taurino Emilio Silvera y Miguel Conde como novilleros con picadores, con un Salvador Ortega prácticamente retirado, y Miguel Báez Litri hacía su campaña de becerrista. Con la reinauguración de la plaza, habían comenzado unos atisbos de una nueva generación taurina, pero aún no había logrado salir al exterior y tan solo eran unos proyectos. Sergio González era, quizás, el único novillero de la tierra, por lo que merecía estar en ese cartel, además de haberse ganado la oportunidad.
En la festividad de San Pedro del año 1.985, la empresa organizó una novillada de promoción, con la presencia de dos jóvenes onubenses en el cartel. Sin embargo, una vez más, los aficionados dieron la espalda al festejo y, a la hora de su celebración, escasa presencia en los tendidos de seguidores de los diestros locales.
Para el espectáculo, se eligieron erales del hierro empresarial, a nombre de Clotilde López Domínguez e hijos, que, en general, fueron bravos y nobles, permitiendo el lucimiento a los actuantes, aunque, por circunstancias, no todos ellos fueron capaces de triunfar.
Abrió plaza el rejoneador lusitano Joaquín Verissimo que demostró tener una buena monta y estar muy acertado con los rejones de castigo, creciéndose en las banderillas para acabar al segundo intento, por lo que fue muy ovacionado. En este novillo actuaron los forçados de  Serpa que, entre las delicias del público, llevaron a cabo con mucha facilidad dos pegas, por lo que también se ganaron los aplausos.
No tuvo fortuna con su oponente Antonio Manuel Punta por cuanto el eral, además de mansear, tuvo escasez de fuerzas. Pese a ello, el de Gerena puso de manifiesto su buen gusto con el capote y muleta, pero los fallos a espada le privaron de alcanzar un éxito mayor, pero dejó entre los aficionados un buen sabor de boca.
La algabeña María Jiménez se encontró con un excelente novillo, bravo y noble, que supo aprovechar, especialmente, por el pitón izquierdo para construir un trasteo que fue muy ovacionado y jaleado por el respetable. Pese a fallar con la espada, el público le concedió una oreja con la que paseó el anillo entre grandes aclamaciones.
Quien sí estuvo más afortunado fue Domingo Valderrama que enardeció a los espectadores con sus maneras de utilizar la capa y la muleta dejando muestras de su sabiduría, buen gusto y hondura de su toreo, que cautivó a todos. Lástima que no acertase con los aceros y lo que pudo haber sido un triunfo muy importante se quedó tan sólo en un apéndice, pero las maneras de torear del imberbe torero quedaron grabadas en las retinas de los espectadores.
Las ganas que habían llevado a Sergio González a pedir esta oportunidad de torear se vieron materializadas durante su actuación, donde destacó su valentía y su buen quehacer, aunque, lógicamente, la falta de uso de las espadas le condujese a perder los trofeos que se había ganado. Aun así supo ganarse el afecto de los espectadores que le aplaudieron con ganas.
Cerró el cartel Sebastián Rengel y no tuvo suerte con el flojo eral que le cupo en suerte, por lo que su actuación fue breve, ganándose una ovación del respetable que comprendió las escasas opciones que tenía por delante.

Al concluir el festejo, María Jiménez y Domingo Valderrama fueron paseados a hombros por algunos aficionados como muestra de la satisfacción que sus respectivas actuaciones habían dejado entre el público, aunque sus compañeros de cartel también supieron dejar algunos recuerdos estimables en la mente de los que habían tenido la oportunidad de contemplar sus maneras de concebir el toreo.

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