Acabó la larga feria de San Isidro; y lo ha hecho sin un líder con capacidad para tirar de la fiesta. Acabó un ciclo largo (31 festejos) —el más importante del mundo— que cada vez parece tener menos influencia en el curso de la temporada. Ese ha sido, quizá, el principal problema de la feria madrileña: su incapacidad para erigirse en lo que debe ser, el referente de la tauromaquia en el siglo XXI.
De cualquier modo, habrá que seguir esperando porque la fiesta continúa y la sorpresa puede surgir en cualquier esquina.Ocho tardes se colgó el cartel de No hay billetes y los tres cuartos fue la entrada habitual el resto de los días. Se notó, y de qué manera, la ausencia de los 4.201 abonados que han desertado de la plaza desde 2012; así quedó de manifiesto el cambio fundamental que ha sufrido la afición de Madrid, otrora exigente y sabia, y, actualmente, triunfalista, bullanguera e inculta.
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