Dicen que la prueba de fuego de cualquier torero de plata es enfrentarse, salir airosos y brillar con un toro de Cuadri. Típico tópico que hoy hizo acto de presencia en la corrida onubense en la capital.
Y fue Ángel Otero el que salió como caballo ganador de un encierro que no se prestó con boyantía ni a petos ni a telas. Ninguno de ellos, exceptuando un bravo cuarto al que no terminó de entender Luis Miguel Encabo por la complicidad de su tranco.
Y fue precisamente la lidia de ese cuarto la que más emoción despertó ya de salida: derribó de forma muy fea a Valdeolivas en la segunda puya, cayendo el picador por delante en una complicada posición afortunadamente sin consecuencias graves aparentes. Levantó pronto el palo en el primer encuentro. Pero todavía quedaba lo mejor de la lidia de un bravo: Ángel Otero tomó los palitroques como el que toma dos lápices para clavar en toda la cara en el primer encuentro y poner a la afición de acuerdo. Muy torero, entregado y firme anduvo el célebre subalterno para parear a un Cuadri -¡ahí es nada!- con la brillantez veterana de los que saben mimar también el tranco santacolomeño.
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