Allanado el camino de los toreros, quedaría sobre la mesa la incógnita que encierra el contrato vigente entre la Real Maestranza y la empresa Pagés, envuelto en un secretismo total desde que el empresario Eduardo Pagés firmara el primero el 16 de diciembre de 1932.
Las dos partes procedieron a su renovación en el año 2002, a raíz del fallecimiento de Carmen Pagés, que le sucedió como empresaria, aunque delegó la gerencia en su esposo, Diodoro Canorea; más adelante, en 2008, bajo el mandato de Alfonso Guajardo Fajardo, como teniente de hermano mayor, la Real Maestranza acometió las reformas de las gradas de la plaza, que fueron financiadas por la empresa Pagés a cambio de una nueva prórroga del contrato, que, según algunas fuentes, se prolongaría durante diez años y otras hasta el 2025.
Mientras tanto, la Real Maestranza de Caballería, propietaria de la plaza -que realiza una intensa y reconocida labor cultura y social en Sevilla-, ha guardado silencio a pesar de que es la institución más perjudicada por el veto de los toreros. Sus ingresos proceden de la facturación bruta de la plaza, de las visitas turísticas al museo taurino y al propio coso y de los alquileres de locales y viviendas que posee en el entorno de la plaza de toros. Mientras el museo ha seguido siendo objeto del interés de más de 250.000 visitantes al año, los maestrantes han sufrido los efectos de la crisis en la promoción comercial de sus propiedades, ya en vías de solución, y han visto muy mermado su presupuesto a causa de un considerable descenso en la facturación de la empresa Pagés. Según fuentes bien informadas, el número de abonados habría pasado de 6.500 hace unos cinco años a una cifra cercana a los 2.500 en la actualidad, de un aforo total de 11.000 localidades, y pocos han sido los días de feria de 2014 y 2015 en los que se ha colgado el cartel de ‘No hay billetes’ a causa de la crisis y de la ausencia de las principales figuras.
A pesar de esta difícil tesitura, la Real Maestranza, dirigida por Javier Benjumea, excopresidente de Abengoa, desde mayo de 2011, no ha dejado de cumplir ninguna de las obligaciones contraídas con instituciones universitarias, culturales y sociales de la sociedad sevillana. Según un miembro de la corporación, el secreto reside en su gran capacidad de ahorro, en el recorte de gastos no esenciales y en la esperanza de que la actual situación encontrara una salida a corto plazo.
"La Real Maestranza tiene motivos para denunciar el contrato con la empresa Pagés" -asegura la misma fuente-, "pues en el texto se afirma que acudirán a Sevilla los toreros más sobresalientes de cada momento, cosa que no ha sucedido en los dos últimos años, pero también es muy respetuosa con lo firmado".
Con la jubilación de Eduardo Canorea se abren nuevas perspectivas para todas las partes interesadas: para las figuras, que consiguen una parte importante de sus reivindicaciones; para la empresa Pagés, que presumiblemente podrá contar de nuevo con los toreros ausentes; y para la Real Maestranza, que espera equilibrar su menguado presupuesto.
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