¡Aquí riego yo!
Morante, ni corto ni perezoso, tras el enfado en su primer toro en Alicante porque había demasiado polvo en el ruedo, se dispuso en el cuarto a resolver el entuerto.
Se dirigió en el momento en que la plaza se encontraba en plena merienda a por la manguera que portaban los hombres de plaza y durante más de diez minutos se dedicó a regar todos y cada uno de los rincones del albero alicantino.
Sin duda, un detalle de genialidad más del torero de La Puebla en el mismo escenario en el que, en 2012, le entregó unas gafas al Presidente que no le concedió una oreja tras petición del público, en 2013 puso banderillas a su segundo toro, en 2014 apuntilló también al segundo de su lote y, en esta edición de Hogueras, ha regado la plaza.
La noticia corrió ayer como la pólvora como diversión, como una extravagancia más que sirvió como broma de los aficionados que no tienen como santo de su devoción al diestro de La Puebla del Rio. Pero detrás de su acción no podemos ocultar una realidad y su afán por que la lidia transcurra dentro de un orden con las mejores condiciones del piso para las evoluciones del toreo.Hay plazas que muestran un deficiente estado y nadie dice o hace nada , hasta que llego Morante reclamando quitar los remontes y ahora asentando el albero a manguerazos.
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