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sábado, 15 de marzo de 2014

Cruzarse . Eso es torear.

El cruzarse con el toro forma parte de los cánones del toreo, éstos dictados y llevados a la práctica a lo largo de los años por los grandes maestros.
 En el toreo cruzado se encuentra el mando. 
Sin embargo, son muchos los que opinan que el cruzarse es una ventaja para el torero, siendo un tema de usual confrontación. Infinidad de toreros actuales citan al hilo del pitón y abren muchas puertas grandes a pesar de ejecutar la llamada Tauromaquia 2.0, muy alejada de la pureza y de la verdad del toreo.
 Por lo que a continuación, voy a analizar el cruzarse con el toro para que entiendan que más que ventaja, es cuestión de valor. 

Imprescindible es, primeramente, conocer la mirada del toro. Al ser el toro bravo un animal herbívoro, tiene sus ojos situados a los lados, de forma que justo enfrente del testuz hay para él un punto muerto de visión. Apreciamos también fácilmente, ver como su cabeza se va estrechando hasta llegar a la parte nasal, por lo que es fácil deducir que su campo de visión es mayor hacia abajo. En cambio hacia arriba, su conformación ósea limita su visión. Una vez sabido esto, la conclusión que sacamos es que el toro ve mejor lateralmente y para abajo. Por ello, que muchas veces vemos al toro levantando el cuello y adelantando el hocico, para poder ver hacia arriba.

En lo citado en el párrafo anterior, referente a que "enfrente del testuz hay un punto muerto de visión para el toro", es donde se apoyan los que defienden que el cruzarse es una ventaja y que quedarse al hilo del pintón es el peligro, porque al estar el torero situado en un lateral de la cabeza del toro, está a merced de su vista y de sus malas intenciones en caso de que las tuviese. 
Es momento de aclarar que aunque llamamos a la acción de cruzarse "cruzarse al pitón contrario", sería más acertado llamarlo "cruzarse al ojo contrario". Se cruza el torero y cita al ojo contrario del pitón por el que va a torear.
 He aquí otro de los puntos denigrates llevado a cabo por matadores que practican el toreo moderno y que el aficionado o el público, no sabe diferenciar: el torero se queda al hilo, es decir, fuera de cacho,  y mete, cita con el pico de la muleta al ojo contrario. De esta manera, los pitones quedan más lejos del cuerpo del torero y además, el matador sólo tiene que acompañar la embestida, sin mando ninguno.


Es más, si el cruzarse es una ventaja, no es casualidad que todos los toreros, o casi todos, que se acartelan con ganaderías con menos complicaciones, tipo Juan Pedro Domecq, Núñez del Cuvillo, Garcigrande, y otras muchas, son aquellos que no se cruzan. ¿Acaso estos toreros destacan por enfrentarse a grandes retos? Evidentemente NO. 
Es uno de los motivos por el que no se cruzan y se quedan al hilo, porque es ventaja.
 Este tipo de toreros, al igual que buscan facilidad en el ganado, se alivian en su toreo. Es cuestión de vergüenza torera y dignidad.

En cambio, aquellos que se cruzan, es cierto que están en un sitio donde el toro no les ve, pero para ello hay que tener el valor suficiente, porque el propio instinto de conservación nos impide meternos entre los pitones.
 Ese instinto hace sentir tal miedo, que aún a sabiendas de que es un sitio en el que el animal no ve al torero, es realmente difícil pisar ahí. Parecen sólo unos centímetros, pero para dar esos pasos adelante hace falta muchísimo valor. 
En cuanto a lo de que no es ventaja, es fácil de entender: si te metes entre los pitones del toro, cuando éste llega al embroque el torero tiene que desviarle la embestida con la muleta para que no le atropelle, pues está en su camino. 
Es en ese momento cuando con la muleta, el torero le impone el recorrido y en consecuencia, le manda haciendo que el toro cambie su trayectoria y gire en torno a su cuerpo. Brota el poder, y si le baja la mano y lo lleva largo, la profundidad. Rematando bien el pase, se queda colocado para ligar el siguiente.
 Es decir, cruzarse bien en el primer muletazo, mandar en el toro, ligar... El complejo arte del toreo, pero el toreo de quilates.
Al respecto de esto, el gran Alfonso Navalón decía "estoy harto de escuchar a los viejos toreros que lo más importante es la colocación antes de empezar el muletazo. (...) Todos decían lo mismo: si te colocas bien, mandas en el toro y rematas bien el pase para quedarte otra vez colocado, si te colocas mal, el que manda es el toro y al terminar el pase te quedas descolocado. La forma correcta de citar es colocarte enfrente de la mitad del testuz y de la penca del rabo, de forma que haya una línea recta entre la cadera del toreo (o el medio pecho) y el espinazo del toro".

Queda bien claro que el cruzarse no es ninguna ventaja. Es más, es necesario para cumplir con el toreo auténtico. 
Para torear, hay que dominar al toro, y si en vez de eso, los aficionados o el público siguen aceptando simplemente el acompañar la embestida de un toro "artista y colaborador" y dar así 70 muletazos, no estamos viendo torear.
 Que lo sepan. Torear es poderle al toro, pero a un toro bravo, encastado, con poder... e íntegro. Eso es torear.

1 comentario:

JBBoston dijo...

Muy interesante y reveladora contribución. Muchísimas gracias. Voy a ir a vivir a España. Quizás algún día tengamos oportunidad de platicar. Mi correo es javierbonillac@gmail.com.