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sábado, 6 de mayo de 2017

El simbolismo de las corridas de toros

FUNDACIÓN TORO DE LIDIA.
Resultado de imagen de FUNDACIÓN TORO DE LIDIA.El toro es en todas las civilizaciones y religiones antiguas desde Finisterre hasta el Éufrates y el Tigris una epifanía, una manifestación, de las divinidades vinculadas con la potencia fecundante y creadora de la Naturaleza. Jack Randolph Conrad, en su libro El cuerno y la espada, que fue su tesis doctoral en la Dukc University de Carolina del Norte y que ha publicado en 2006 la Fundación de la Real Maestranza de Sevilla y la Universidad de Sevilla.
Resultado de imagen de toro-dios en las religiones de la antigua Sumeria  Rastreando con meticulosidad la presencia del toro-dios en las religiones de la antigua Sumeria (¿recuerdan los toros alados asirios que se exhiben en el Museo Británico?), de la India, de Egipto (el buey Apis), de Creta, del Levante, de la propia Roma (el taurobolio de la religión de Mitra, dominante en la ciudad imperial cuando emerge el cristianismo), en todas las cuales ha sido venerado por el hombre como fuente de poder y fertilidad, de una fuerza de la que el hombre ha intentado siempre apropiarse.
Resultado de imagen de anuncio toro de terracotaIncluso en China,  esa idea está presente hoy, en los anuncios publicitarios tamaño premium, que pude ver hace unos años en las calles de Xian, la ciudad de los "guerreros de terracota", en los que un toro bien armado que galopa de frente servía para sugerir las virtudes de un medicamento para reforzar la virilidad.
La corrida de toros es la versión estilizada de ese enfrentamiento secular del hombre con el toro bravo. Solos en el ruedo, el toro y el torero escenifican una lucha que se pierde en la noche de los tiempos, entre la inteligencia del ser humano y la fuerza de la Naturaleza con la que tiene que convivir.
 Que sólo en España y en los países de nuestra estirpe, con la adición
del sur de Portugal y de Francia, se siga representando hoy esa lucha revestida de seda y oro y convertida en un fantástico ballet, en un arte singular por nadie igualado nunca, es algo que debería enorgullecernos, pero, claro, para eso hay que saberlo, lo que requiere una cierta cultura, que brilla por su ausencia en el antitaurinismo militante de nuestros día.

  1. Por Tomás-Ramón Fernández es miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y forma parte de la Comisión Jurídica de la Fundación Toro de Lidia

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