David Mora escucha los tres avisos con el quinto de la tarde y Urdiales y Garrido son silenciados en la tercera de San IsidroMansada infame de El Pilar, tal vez la corrida más mansa e infumable de esta ganadería salmantina en Madrid. Claro que entre manso y manso salió un toro que no tapó, ni mucho menos, el desastre, pero que se dejó torear. Fue el quinto y con ese mastodonte de 611 kilos David Mora se mareó entre trapazos, sin encontrar nunca el punto a la faena, retorcido y acelerado.
Diego Urdiales dejó exquisitez en verónicas de lujo en su primero, al que metió en la muleta para ligar unosa redondos templadísimos hasta el toro se apagó, esfumándose toda posibilidad de mantener el tono dela faena. El cuarto fue un inválido, un asqueroso tullido. Urdiales sigue sin encontrar en Madrid el toro que le catapulte. Aquel de Adolfo queda ya lejos.
José Garrido estuvo por encima de un lote infumable, soportando la mansedumbre del tercero que se echó, pregonando su mansedumbre. En el sexto insistió hasta rendir su cuota de voluntad. Dejó, eso sí, unos lances para fijar de salida al tercer toro que tuvieron un sello de toreo añejo y bueno.
Las Ventas (Madrid). Tercera de abono. Toros de El Pilar, bien presentados, variados de hechuras, bien armados, nobles pero bajos de raza y fuerza. Deslucidos en conjunto, con excepción del manejable primero. Diego Urdiales, silencio tras aviso y silencio; David Mora, silencio y bronca tras tres avisos; y José Garrido, silencio en ambos. Entrada: Tres cuartos de plaza. Se desmonteró Ángel Otero tras parear al segundo.
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