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viernes, 19 de mayo de 2017

EL POETA DEL CARTEL

Miguel Hernández fue un poeta genial, un hombre de izquierdas y aficionado a los toros. 
Criado entre cabras y caballos de picar, conoció pronto la tauromaquia, se sintió fascinado por el toro y sus circunstancias y a ellos dedicó algunos de sus mejores poemas; como el que ilustra el cartel: … Despierta…toro: esgrime, desencadena, víbrate. Levanta, toro: truena, toro, abalánzate. Atorbellínate, toro: revuélvete. Sálvate, denso toro de emoción y de España…
Resultado de imagen de Miguel Hernández y el cossioTrabajó junto a José María de Cossío en la magna enciclopedia Los Toros, y pasó muchas horas en la Biblioteca Nacional recopilando datos biográficos de muchos toreros, cuyas historias fueron escritas por el poeta.
 Según diversos autores, suyas son las biografías de José Ulloa Tragabuches, Antonio Reverte Jiménez, Manuel García El Espartero y Rafael Molina Sánchez Lagartijo, todas ellas publicadas en el tomo III de la enciclopedia Los Toros (Madrid, 1945).
Resultado de imagen de Miguel Hernández y el cossioAntes y después de su encuentro con Cossío, el toro es una de las grandes metáforas en la obra de Miguel Hernández; el toro expresaría no solo la tragedia y la gloria de la existencia humana, sino el espíritu telúrico e inmortal de España, según Mariate Cobaleda, doctora en Filosofía, y autora de un estudio sobre el simbolismo del toro en la obra del poeta.

 Resalta, asimismo, el semblante heroico del torero de Miguel Hernández, “un torero que se inicia en la nobleza y el valor por la capacidad de tragedia que implica la lidia”. El poeta convierte al diestro en protagonista, siempre desde el trágico instante de la cogida, un nefasto suceso que glorifica y honra al torero, “al que entiende como un espejo de la humanidad”.
Resultado de imagen de Miguel Hernández y el cossioEse es el pensamiento de Miguel Hernández, y así perdurará para siempre.Él, como García Lorca, Alberti o el filósofo Ortega y Gasset, entre otros, fueron hijos de su época, intelectuales insignes y espíritus sensibles que apreciaron en la fiesta de los toros algo más que el color de la sangre.
Ahí queda su memoria, la memoria de España, la cultura y la historia, para bien o para mal, guste o no guste, pero a la que no se puede renunciar.Ese es el error principal de la izquierda alicantina, mezclado con una estratagema propia de quien posee una ideología ligera de equipaje: se oponen a la imagen taurina del poeta para sobrevolar sus propios escrúpulos, y acaban aceptándola, por imperativo legal, para no ser tachados de autoritarios.
Resultado de imagen de Miguel HernándezLo único que está claro es que Miguel Hernández representa el toro y es torero, y, como tal, una molestia para quienes consideran que la tauromaquia es una afición propia de bárbaros.
La realidad del poeta les ha fastidiado el buen titular que sostiene su estrategia política.
Que sigan siendo, pues, antitaurinos, y aprendan, también, del poeta al que dicen admirar: “No soy de un pueblo de bueyes/ que soy de un pueblo que embargan/ yacimientos de leones,/ desfiladeros de águilas/ y cordilleras de toros/ con el orgullo en el asta”.

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