
La oreja de escasísimo peso que paseó Morenito de Aranda es la constatación de dos realidades; la primera, que Madrid —al igual que Sevilla— ya no es lo que era (“cuando el que manda es el público”, decía Pepe Luis Vázquez, “la fiesta se desmorona”); y la segunda, que hay tantas ganas de ver torear, hay tanto cansancio acumulado de tardes de desesperado aburrimiento, que cuando el tendido ve a un señor con un porte elegante, que se coloca en su sitio y traza algún buen muletazo trufado con medios pases, sueña literalmente el toreo. Es decir, que imagina lo que quisiera ver, y engrandece lo que la vista le transmite.
Sin embargo lo más torero de Morenito fue su muleteo al segundo de la tarde. Estuvo templado y hubo aroma en su labor. Román se plantó firme ante un lote áspero, muy bronco. Nunca se dio por vencido y además mató a su primero de una gran estocada. Eugenio de Mora se estrelló ante un buey, el primero, y un tullido, el cuarto
.Ficha del festejo:
.Ficha del festejo:
Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Segunda de San Isidro. Media plaza. Toros de El Ventorillo, de deslucido comportamiento a excepción del quinto, para Eugenio de Mora, Morenito de Aranda y Román.
Eugenio de Mora, silencio tras dos avisos y silencio
Morenito de Aranda, ovación tras aviso y oreja
Román, silencio y silencio tras aviso
No hay comentarios:
Publicar un comentario