El pasado jueves se presentó en Madrid la FIT bajo el eufemismo de fusión:
Fusión Internacional para la Tauromaquia.
Los detalles, obvio, no se han dado a conocer más que en la cuestión filosofal pero no deben de ser muy diferentes a los aquí apuntados al no ser desmentidos. La prueba del algodón, además, la implícita ley del silencio, a partir del BOE de la FIT.
Además la confesión de parte, en la presentación, para escudriñar entre frases y líneas.
Una operación mercantil privada, lícita, para no colisionar con pliegos administrativos en vigor.
La operación es buena, en general, a corto plazo.
Se sanea parte de la columna vertebral del circuito de ferias. Un alivio para todos los acreedores (a alguno presente el jueves en Bellas Artes solo le faltó enseñar las facturitas).
Se parte de cero, en cuanto a pagarés y los intereses generados (y por generar) que hacían inviable cualquier gestión, casi a partir de ya, como habían avisado partes implicadas.
La seguridad en la puntualidad de los cobros de honorarios.
Un amplio elenco de plazas (22/23) en España, América y 2 en Francia, y un nutrido grupo de toreros (figuras y figuración) les hace auto suficientes.
El mimo y el celo demostrado en la tolerancia a las exigencias de las figuras hace que estos no recelen de las contrataciones por lo que, en teoría, las ferias afectas podrán contar, a priori, con toda la flor y nata del escalafón para atractivas combinaciones. Y es de suponer que a los sufridos ganaderos, sobre todo a la primera fila, se les descongele el “caché” desactualizado desde hace más de un lustro, con lo que la exigencia hacia estos deberá ser mayor y garantizar un mejor espectáculo.
La posibilidad de contratación “al por mayor” hace más viable el conjugar de la ecuación presupuestaria con la máxima calidad de la producción.
A corto y medio plazo
Expansión:
Sumará, seguro la Plaza de Vitoria, lo que es buena noticia – por la profunda crisis que aqueja al coso “babazorro”- y hay mucho interés en sumar a la causa a la empresa “Chopera” con Logroño –plaza en propiedad- al fondo.
Una mayor capacidad para concursar a explotar otros cosos con la ventaja de reflotar los deprimidos y recuperar plazas en proceso de extinción.
Problemas:
Si tienta la ambición monopolista, viciar a las administraciones propietarias en sus “canon y servidumbres”.
Incluso incordiar buenas gestiones que no optaron por la prórroga en aras de una rebaja de exigencias y están en periodo de pre licitación. Si bien, pienso, que en este sentido se impondrá el respeto.
No se vislumbra, por trayectoria y filosofía de la parte absorbida, atajar de forma global el desequilibrio proclamado entre los gastos de producción y los ingresos. Al menos en la fase en lo que se pudiera considerar inversión.
Puede constituir una burbuja que además dificulte las ya de por sí complicadas contrataciones de quienes estén fuera de este “sistema paralelo” en cuanto a las grandes plazas y sobre todo del “pequeño y mediano comercio”.
Todos los derivados del ejercicio de un “monopolio” que gestionado burdamente o “manu militari” no sólo afectaría a la competitividad empresarial, la marginación de los díscolos, y entre las figuras con la temporada hecha – y a su gusto- en enero, más que nunca.
A medio, largo, plazo
Dios proveerá.
Todo dependerá de la idoneidad de la gestión y de quién será el “cerebro” de la FIT para llevar a buen puerto la declaración de intenciones del jueves.
En cuanto, y en qué tiempo, se considera inversión y no pérdidas.
Sí aguantará un revés en la licitación para 2017 por Madrid, toda vez que en los próximos días la CAM anunciará la concesión de la prórroga para 2016 a Taurodelta.
En cualquier caso “largo me lo fiais Sancho”. Esto va a ser de “partido a partido”.
Bienvenido Mr. Marshall, o Sr. Bailleres… ¡hasta la cocina
Por Pedro J. Cáceres
Crítico taurino y Periodista /http://deltoroalinfinito.blogspot.com.es/
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