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viernes, 15 de abril de 2016

Cuestión de tizona

En el toreo las estocadas son los goles y quien no mata no marca.
  Manzanares, por ejemplo, es gran goleador nato, como un delantero centro tipo Hugo Sánchez, es decir letal a la hora de definir. El torero de Alicante utiliza la espada para darle la vuelta al partido. O sea, lo que su muleta banal ha dejado entre trampitas, patita escondida y distancias sonrojantes, lo arregla con el acero y corta las orejas, es decir marca los goles.
Lo de ayer en Sevilla fue un ejemplo paradigmático de lo que digo. Estuvo ventajista y leve con la muleta en sus dos toros, un lote clarísimo de Cuvillo, especialmente el primero, de clase soberana. En ambos anduvo por debajo, echándoselos fuera y lejos. Dando voces y casi coreándose a sí mismo lo hizo todo en tono menor, muy menor. Pero dos estocadas brutales tumbaron sin puntilla a sus dos toros y el rebujito y el público feriante hicieron el resto: oreja por toro.
José Garrido se agarró al piso con firmeza y sometió por bajo al exigente tercero. Faena seria, para aficionados. A la hora de matar fue volteado sufriendo conmoción cerebral leve y un varetazo corrido en el vientre. Salió de la enfermería para matar al sexto un mulo que ha sido el lunar de la buena corrida de Cuvillo.
Sebastián Castella aburre en Sevilla, aquí se convierte en un pega pases y así ocurrió en sus dos toros, empeñado en muletazos sin ton ni son, especialmente en el primer toro, desperdiciado por el francés. Se va de vacío de Sevilla. aunque Él pensará que siempre le quedará Madrid.

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