LECTURAS TAURINAS
Manuel Arroyo-Stephens fundó la librería y editorial Turner. Publicó varios libros de su amigo José Bergamín; fue seguidor y hasta apoderado de Rafael de Paula. Acaba de publicar un libro de relatos autobiográficos: «Pisando ceniza» (ed. Turner, 2015). En el segundo capítulo, «Melancolía del torero», cuenta varios recuerdos del mundo taurino; entre ellos, una conversación con Antonio Ordóñez, poco antes de su muerte. Éste es un fragmento:
«Lo que le producía una tristeza inconsolable era que no fuera a quedar nada de lo que había hecho en los ruedos. La leyenda, dijo con desdén, pero la leyenda a mí no me importa. Eso no dura. De un pintor queda su lienzo, un músico escribe una partitura, a un poeta le publican sus versos. Pero lo que yo he hecho lo he hecho en el aire y con el aire se va.Hay aficionados que me dicen que queda en su memoria. Pero tú te vas a morir, les digo yo y no va a quedar nada. No va a quedar nada porque la fotografía y el cine son una mentira y los que crean que se ve algo ahí se engañan miserablemente. El toreo se hace en el instante y en el instante se muere.
Me parecía un poco desmedida su ambición de poner el toreo a la altura de la poesía y la música. Eso también le pasaba a Nijinski, le dije, sabiendo que era vano buscarle ningún consuelo, que todos los tenía descartados. Sí, contestó alzando la voz, casi con rencor: ¡pero Nijinsky no se jugaba la vida! (...) Por lo que llamaba ‘tres pases con sentimiento’ era por lo que él tenía el cuerpo lleno de cicatrices».
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