Por esas causas que nunca se alcanzan a averiguar con certeza, desde 1996 a nuestros días siempre se ha ido orillando el nombre de Manuel Benítez "El Cordobés" a la hora de conceder las Medallas de Oro a las Bellas Artes.
Aunque en el elenco de premiados se cumple el refrán, porque "ni están todos los que son, ni son todos los que están", cuando se trata de construir el cuadro de honor de la Tauromaquia contemporánea, eludir el nombre del diestro de Palma del Río carece de sentido.
Pero era como una especie de "tabú" que año tras año frenaba el reconocimiento. Ahora el Ministerio ha roto con esa dinámica.
Y ha hecho bien, porque al fin y al cabo se trata, con Manolete, de uno de los dos toreros más universales de la época moderna.
Se rompe así un cierto tabú que en años anteriores frenaba cualquier iniciativa, precisamente por entender que Benítez se separaba de las formas ortodoxas. Y es evidente que lo hacía. Pero no menos evidente resulta que ha sido de los pocos toreros que han tenido verdadera resonancia mundial, algo que incluso hoy, tantos años después de su retirada, sigue ocurriendo.
Bien es verdad que estas Medallas de Oro se comenzaron a conceder cuando “El Cordobés” ya estaba retirado.
En la etapa inicial se distinguió a toreros con resonancias históricas, con la inexplicable omisión de Antonio Bienvenida, un error que años más tarde se trató de subsanar premiando a la Dinastía Bienvenida en la persona de Ángel Luis. Con todo, no era lo mismo, porque aunque hubiera sido a título póstumo --que Antonio murió casi 20 años antes que empezaran estos premios-- un elenco de los grandes toreros del siglo XX sin su nombre siempre será un elenco incompleto, elaborado de forma muy poco rigurosa y en cualquier caso poco representativ del toreo como una de las Bellas Artes.
Es como si los amantes de la pintura clásica pretendieran que nunca se hubieran construido los Museos de Arte Moderno.
Con el agravante de que en la práctica el rasero de medir ha sido muy discutible en no pocas ocasiones.
Para no pasar a la historia repitiendo el ejemplo de excesivas banderías, el ministerio acierta ahora al premiar a “El Cordobés”, que en su tiempo gustaría más a unos que a otros, pero que esa no es razón suficiente para convertirse en óbice insalvable para reconocerle los muchos méritos que tuvo.
De hecho, con medalla y sin ella, su nombre figura en el cuadro de honor de los toreros históricos de todos los tiempos.
Algunos cantan su quietud y los terrenos que pisaba.
Pero en realidad tuvo mucho más que todo eso. Figuró al frente de la torería cuando en el escalafón estaban todos los grandes toreros de los últimos 40 años del pasado siglo.

Con una personalidad arrolladora, dentro y fuera de los ruedos, ha sido el último torero que realmente revolucionó todo el mundo taurino. Creció de forma espectacular el número de festejos que se organizaban --tanto cuando era novillero, como luego de matador de toros—, se multiplicó el número de espectadores que congregó la Fiesta y se constituyó en solitario en soporte de muchos abonos.
Ahora, cuando hace unos meses que se cumplieron los 50 años de su confirmación de alternativa le llega el reconocimiento mayor que en España se da a un creador artístico. Tarde, pero justo.
La relación de premiados
Las Medallas de Oro de las Bellas Artes, que concede el Gobierno a propuesta del ministerio de Educación, Cultura y Deporte, distinguen a personas y entidades que hayan destacado "de modo eminente" en la creación artística, "prestando servicios señalados o fomentando notoriamente la enseñanza, el desarrollo y difusión del arte o la conservación del patrimonio artístico nacional".
El elenco de profesionales de la tauromaquia que han recibido este gaardón es elsiguiente:
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