Ningún espada "suramericano" en Sevilla
Será porque parece obvia.En medio del clamor transatlántico por la no presencia en Sevilla de cuatro primadonas, y los adicionales gritos inconexos protestando la exclusión del paisano Fulanito, el querido Zutano, el publicitado Mengano, ninguna voz ha extrañado la ausencia de todo un continente.
Son 17 carteles de toros, y ningún espada suramericano. Un continente (hispano), con más de cuatrocientos millones de personas, donde la fiesta vive desde hace quinientos años. Cada vez más acorralada, cada vez más ignorada, pero batiéndose aún, y por tanto cada vez más necesitada de reconocimiento para mantener su frente y su siempre abierto mercado activos. ¿No merece acceso al templo?
Qué va, se dirá. El toreo es don personal y las empresas taurinas no son organizaciones de representación geográfica o política, como la ONU. Tampoco lo son de seguridad social. Son organizaciones con ánimo de lucro, y como tales contratan (si pueden) a quien les mueve la taquilla; punto.
Hemos de aceptarlo. En este “mejor de los mundos” la rentabilidad no es todo, es lo único. Pero aún así, resulta que el negocio es global y hay que cuidarlo, aquí y allá. So pena de muerte a la gallina de los huevos de oro.
¿Es que no hay un torero, sur acá del paralelo 20, que interese, aunque sea por contraste o curiosidad antropológica? ¿Uno que sea buena inversión, hoy o a futuro? Medio milenio de toreo, medio millardo de personas, una veintena de matadores que alternan en las ferias propias más que dignamente con los de otras latitudes, y nada. Ni siquiera con los muchos cupos que dejaron vacantes los raros (uno solo despreció cinco).
Cuesta creerlo, no doy nombres. Pero me consta que hubo quien, con aval, se ofreció públicamente para lidiar los toros que nadie quiere, los que todos rehúyen, si pueden. Y nada.
Solo dos novilleros, ambos peruanos, cruzarán El Arenal este año, ( Andrés Roca Rey y Joaquín Galdós ),pero fuera de feria. Pobre consuelo ¿Y cuando sean toreros, qué? Tendrán que preguntarse con los de ahora como el humillado Belmonte en la corrida del Montepío 1917 ¿Es que no somos nadie?
Por Jorge Arturo Díaz Reyes -
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