Por Álvaro Acevedo

Resumamos la cuestión en que Ginés Marín tiene el toreo en la cabeza. 
Es como si hubiera nacido ya sabiendo, o algo así. 
Cómo juega los brazos con el capote, cómo se coloca para el toreo fundamental, cómo resuelve en plan maestro cualquier situación de apuro, cómo acierta con toques, alturas y distancias… 
Un portento, el muchacho. Luego está el mensaje, el majao, que dicen en el sur. Y, pese a ser tan joven, ya tiene un toque de pureza, de sabor, un aire de torero caro, que como no se tuerza promete muchos días de gloria. De paladeo fueron los lances acompasados y los naturales lentos a su primero, de exquisita clase pero con menos fuelle que un ternero sin mamar. 
E inobjetable su respuesta al quinto, un novillo serio, de media arrancada, con el que se inventó la faena de la tarde, plena de torería, sapiencia, variedad y valor. Cortó tres orejas como el que no quiere la cosa.
Nadie fue capaz de hacerle sombra, si bien es cierto que sus contrincantes se entregaron a tope. Francisco José Espada torea largo, un poco en línea recta, pero con muy buenas maneras. 
Tuvo un lote de buen aire y pocas fuerzas, al que le pegó unos muletazos de excelentes sabor. 
Matar, en cambio, todavía no sabe porque entra con el hombro. 
Muy lentos fueron los redondos de Luis Miguel Terrón a su primero, otro ejemplar de dulce lastrado por su falta de poder.
 El sexto, un auténtico toro, si apretó más y Terrón le plantó cara con un toreo entregado y algo desigual. 
A Varea, que cerraba plaza, le vi capaz, muy tenso con la mano derecha, y más suelto por naturales. Hay que esperarle a ver cómo evoluciona.
También hay que esperar al Talavante ganadero
FOTOS ARJONA
La novillada fue desigual en todo, hubo novillos con muy buen aire pero en general pecó de debilidad. Además eché de menos algún utrero de lío gordo. Y de los chavales, me preocupó que en general todos tengan un mismo patrón de faena. Deberían ver más vídeos de los antiguos.
 Y viceversa.
Post scriptum: al que inventó las corridas de ocho toros habría que condenarlo a trabajos forzados, por lo menos.