Estaban todos, no faltaba nadie, los que ahora llaman, cursimente, "celebs". Por supuesto la clase política, la financiera y la del espectáculo. El ambiente de clavel y merienda estaba servido. Creyeron que las figuras, bueno la figura, porque allí solo El Juli tenía ese rango, era garantía de éxito. No contaban con la infumable corrida de Alcurrucén. Y de infumable, descastada y morucha hay que calificar el saldo de un hierro de lujo que ha echado por tierra la tarde.
Plaza de Madrid. Decimoquinta corrida. Lleno.
Toros de ALCURRUCÉN (2), serios de presencia pero de juego ramplón, morucho.
EL JULI (3), de verde botella y oro. Pinchazo hondo y once descabellos. Un aviso (pitos). Estocada (silencio)
SEBASTIÁN CASTELLA (4), de azul noche y oro. Pinchazo y estocada caída (palmas). Pinchazo y estocada caída (silencio).
JOSÉ GARRIDO (5), de aguamarina y plata. Estocada caída. Un aviso (saludos con protestas). Dos pinchazos, estocada caída. Un aviso (silencio)
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