Ante la proximidad de las elecciones, el debate toros sí, toros no, se ha enfriado. La repentina dormidera tiene explicación. Conocido el arraigo popular de la tauromaquia, temen las consecuencias de un debate.
La precaución no hace más que valorar el calado social de los toros
Podría parecer extraño o al menos curioso que ante la proximidad de las elecciones autonómicas y municipales los partidos más beligerantes hayan enfriado el debate toros sí, toros no. No lo es. Es puro tacticismo electoral.
El tema ni siquiera aparece en las muchas entrevistas que los representantes conceden a los medios y si alguna vez aparece tratan de torearlo lo más despegados posible. La repentina dormidera tiene explicación. Conocido el arraigo popular de la tauromaquia en sus distintas versiones, temen las consecuencias de un debate.
La precaución no hace más que valorar el calado social de los toros.
Su repentina calma vale para señalar lo precipitado de su negativa a los toros utilizada en tantos y tantos debates como yesca incendiaria en busca de una patente de modernidad democrática. No se daban cuenta que los toros no tienen por sí mismos ideología como tampoco la tiene la música o el cine. Hay cine la mar de deleznable y músicas que asustan. Si acaso la tendrán quienes traten de prohibirlo o de imponerlo o de practicarlo o el modelo de gestión que se aplique. Después de sus bravatas abolicionistas ahora se encuentran con que en todas las agrupaciones hay partidarios de la erradicación, hay indiferentes y también acérrimos defensores sin que el fenómeno, que hay que catalogar de transversal ahora que tanto se lleva la idea, sea cuestión reciente, basta con repasar el histórico de cada partido, Indalecio Prieto mismamente, Companys en el palco de la Maestranza, Carrillo, Alberti, Picasso, Tierno, Guerra o los nacionalistas del PNV que subieron a lo más alto su Aste Nagusia, semana grande, y ahora esperan recuperar la alcaldía de San Sebastián para reabrir su plaza. Así que contrastada la realidad han tenido que frenar su cacareo abolicionista.
Se equivocaron o se precipitaron también, me refiero a los anti, cuando creyeron que ante una sociedad con los bolsillos domésticos al rojo vivo el argumento económico, las manoseadas subvenciones, serían una auténtica daga que penetraría en la despensa de votos ajenos y ahora no las tienen todas consigo. Sobre todo porque las subvenciones a los toros es la gran mentira de su argumentario por la sencilla razón de que no existen. Nunca presentaron números concretos porque no los tienen. Y sí ocultaron en cambio los que desmontan su falacia.
Los cosos valencianos de propiedad pública, Valencia y Alicante dichos como referentes principales es ejemplo que sirve para la gran mayoría de las plazas de relieve, son los únicos locales públicos en donde se ejercen actividades consideradas culturales por la Constitución que no sólo no subvenciona la administración pública sino que cobran alquileres en un claro agravio comparativo a las prebendas que reciben otros espectáculos.
En las últimas décadas el dinero que han reportado los cánones es mucho mayor que la reinversión en la Fiesta. Otra cuestión es el impacto económico que generan las ferias.
En Madrid el impacto de la feria de San Isidro está calculado en 50 millones y el IVA en ese tiempo genera 9 millones. En Bilbao, por hablar de una feria semejante a las Fallas, un estudio reciente cifraba el impacto en treinta millones y de dieciséis en Málaga.
Ante ese panorama socioeconómico, en vísperas de las elecciones se ha impuesto el silencio y la esquiva entre los partidos con posibilidades de representación.
La realidad se acaba imponiendo al discurso. No hace mucho la diputada de Esquerra Unida, Ester López Barceló, abogó por la prohibición de los toros a través de una proposición no de ley en la Comunidad Valenciana y horas después la desautorizaron desde su propio partido.
El programa electoral de Podemos hablaba explícitamente de prohibir la Tauromaquia y días después José Manuel López, el candidato de la formación de Pablo Iglesias al gobierno de la Comunidad de Madrid, daba marcha atrás y limitaba su oposición a que se destine dinero público a la celebración de festejos taurinos.
Pedro Sánchez hizo un viaje semejante de decir y desdecir y ahora mismo el PSOE en Valencia hace un ejercicio de funambulismo y tibieza antológico. Aquí vendría muy a cuento recordar que la experiencia más valiente y vanguardista a favor de la Tauromaquia en España, la impulsó en Valencia su partido a través de Antonio Asunción y Enrique Múgica y que el último lanzamiento del Madrid taurino vino auspiciado por el profesor Tierno.
En cuanto a C’s, me aseguran que su representante en Valencia, la cosmopolita Carolina Punset, es antitaurina con vocación europeísta, quiere decirse que a lo mejor ni está aquí cuando ganen, pero habría que recordarle que en Estrasburgo se encontrará con los argumentarios pro tauromaquia de los franceses que han blindado los toros como todavía no hemos sido capaces de hacerlo en España y que su líder Albert Rivera fue uno de los más activos defensores de los toros en Barcelona, e incluso acude a capeas y tentaderos.
La postura favorable del PP, cuyas filas no están exentas de gente poco adicta al toreo, es evidente tal y como se ha manifestado en sus últimas iniciativas de promoción, incluidas la ley de señas de identidad. Dicho lo dicho, parece claro que en el tema toros más que la ideología prima el oportunismo. O en el mejor de los casos la ignorancia.
¿Con ese panorama qué deben esperar los toros, los de la plaza y los de la calle?... ¿Qué les podrían quitar los anti si ahora mismo es el espectáculo más controlado, más gravado y más indefenso ante los ataques externos?... Mientras las leyes del Estado sean las que son, cabría decir que poco, que bastante tenemos con lo que tenemos, pero la partida se jugará en el territorio de las empatías de la administración que también tiene sus efectos a medio y largo plazo.
¿Con ese panorama qué deben esperar los toros, los de la plaza y los de la calle?... ¿Qué les podrían quitar los anti si ahora mismo es el espectáculo más controlado, más gravado y más indefenso ante los ataques externos?... Mientras las leyes del Estado sean las que son, cabría decir que poco, que bastante tenemos con lo que tenemos, pero la partida se jugará en el territorio de las empatías de la administración que también tiene sus efectos a medio y largo plazo.
así no hay que descuidar el corto plazo. Habrá que confiar en la fuerte implantación sociocultural para resistir porque nadie puede asegurar que los anti ahora dormidos, no vayan a caer en la tentación de elegir los toros como materia canjeable en los posibles pactos o que nos hagan lo que se dice un San Sebastián, ocupar la plaza con otros menesteres.
Ya saben que hay gente pa’to.
Por José Luis Benlloch
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