Y no hubiera sido injusto porque el torero de la Puebla se movió durante toda la tarde en una cuarta o quinta dimensión, rayando siempre en la perfección del toreo a caballo.
Su faena con ese toro se recordará por mucho tiempo.
Pero también con su primero había estado enorme, aunque luego se fuer al traste con el rejón de muerte.
Desde los tiempos míticos de "Cagancho" con Hermoso de Mendoza no se recordaba un triunfo tan rotundo, una plaza tan entregada.
Estuvo en un tris de cortarle el rabo al 5º, en medio de las dudas en el palco presidencial de don Julio Martínez, que llegó a sacar los tres pañuelos para luego indicarle al alguacilillos que sólo dos trofeos. No se sabe a ciencia cierta si el usía se hizo un lío con los moqueros, o si sencillamente se arrepintió a mitad de camino, quizá recordando lo que pasó hace ya muchas décadas, con el último rabo que se concedió en Madrid, que le costó el puesto al Presidente de turno. Pero no habría sido injusta la concesión, porque la verdad es que Diego Ventura estuvo magistral de principio a fin con este buen y enrazado toro con el hierro de Carmen Lorenzo. Si es que lo necesitara, ha sido su consagración definitiva como primera figura.
Comenzó el de la Puebla encelando y parando al toro de salida, montando a “Maletilla”. No se pudo estar mejor en la primera parte del tercio de banderillas, en este caso con “Nazarí” , buscando siempre al pitón contrario, completándolos luego con dos pares muy en corto montando a “Milagro”. Y la culminación con “Remate”, matando en los medios de un rejón en todo lo alto. Y todo sin carreras ni mayores concesiones, sino con una enorme intensidad, que en más de un momento levantó a las gente de sus asientos.
La tarde de Ventura pudo ser aún más apoteósica si el rejón de muerte no se le hubiera ido tan a los bajo con su primero. Fue la suya una lidia académicamente emotiva, todo muy ligado, despacioso y con pureza. Con este toro, Madrid pudo admirar a “Sueño”, con el que protagonizó un descomunal tercio de banderillas. Pero el fallo final lo dejó todo en una ovación.
Ha sido la de Ventura otra dimensión muy distinta de lo que suele ser habitual en este tipo de festejos; tan sólo recordaba a aquellas tardes arrolladoras de Hermoso de Mendoza con su mítico “Cagancho”.
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