«Las cuentas no cuadran». Son palabras del empresario de Brihuega, José Luis Viejo, que no paró de recibir plácemes por la presencia de Don Juan Carlos en la tradicional Corrida de Primavera. «Yo mismo lo invité a través de una carta, y desde Casa Real aceptaron la invitación. Mi agradecimiento al Rey será por siempre por apoyar nuestra Fiesta».
Su Majestad honró con su presencia y mostró su respaldo a la Fiesta de los toros. ¿Dijimos toros? Sí, toros. Pues eso es precisamente lo que faltó en la corrida, de la que la gente salió encantada, más que por las orejas, porque habían compartido con Don Juan Carlos una tarde de toros. ¿Dijimos toros? Sí, toros.
Pues la corridita de Zalduendo, con esas cabecitas tan anovilladas y esos rostros tan babys, más que miedo daban pena. Vale que era una plaza de tercera, una plaza de pueblo, pero Brihuega ha adquirido cierto relieve en la temporada desde que Maximino Pérez la pusiera en boca de todos. Desde hace tres años, Viejo sigue cuidándola. Dice que hasta donde le dejan. ¿Cómo? «Yo no sabía ni qué corrida venía, yo ni la había visto. Es más, la corrida se cambió cuando supimos que vendría el Rey...»
¿Cómo sería la otra?, nos preguntamos. «No quiero ni imaginarlo», dice el empresario. Porque hubo alguno como el primero absolutamente anovillado, por no decir abecerrado. Eso sí, allí nadie protestó, salvo tres o cuatro por lo bajini. Era día de fiesta, y con mucha gente joven, algunos tras un día entero de parranda. Hubo una puerta grande de Manzanares y un total de cuatro orejas. Ponce volvió a dar unaenésima lección de afición y de cómo inventarse un toro donde no lo hay, una maestría de figura de época. Un milagro, que escribimos. Pero una figura de su categoría no debería prestarse a torear semejante birria de presentación ganadera a una hora de Madrid, donde no le veremos este San Isidro. «Estuvo fantástisco -comenta Viejo-. Hay que reconocer que los tres toreros buscaron el triunfo y se esforzaron en el ruedo». Y un genio como Morante, que dejó detalles desu torería única, quizá también tendría que plantearse si esa corrida de Zalduendo, propiedad de la FIT que lo apodera, no debería haber sido más digna de presencia. Que de juego nadie lo sabe.
Fuera del ruedo hace una excepción: «Ayer creé un antecedente de dar la cara y enfrentarme con una persona que quiso cobrar por adelantado y de malas maneras. No voy a volver a contratarlo. Otros dos, los apoderados de Ponce y Manzanares, se portaron como señores, sabedores de que la plaza no se había llenado. Ellos sí lo tuvieron en cuenta, pero otro no. Yo sabía que iba a perder dinero, pero yo vivo de otros negocios, no del toro. Esto lo hago por afición y por tratarse de mi pueblo, al que quise brindar el mejor cartel». Y añade: «El propio Rey me elogió el cartel y me comentó que había ido porque sabía que era difícil ver a esa terna de primeras figuras juntas».
Viejo, pese a hablar claro, no quiere «echar leña al fuego» -aunque no niega que alguna figura cobró ayer unos 80.000 euros y que la corrida de toros rondó los 30.000- e insiste en «el señorío de Ponce y Manzanares, que son toreros y ante todo personas». Achaca el no lleno a la lluvia: «Aunque hizo bueno durante el día, la gente sabía por internet que iba a llover durante la corrida, y al final se quedó en casa; por eso no se vendieron las mil entradas que faltaron». Mil y pico... Además de las invitaciones... Se vendieron algo más de 5.500 en una plaza de más de siete mil.
Le preguntamos si la carestía de las entradas no influye también: «Por supuesto. Pero eso es lo que tienen que ver y analizar las figuras: deberían cobrar menos para bajar el precio de las localidades, porque luego lo que cobran no se traduce en la taquilla». Cuentan que antiguamente, en época por ejemplo de ese Paco Camino, El Cordobés o Andrés Hernando que inauguraron La Muralla, los toreros cobraban en función de la gente que llevaban a la plaza, y que si la cosa no funcionaba, llegaban a acuerdos con la empresa para que el golpe fuese menos duro. Eso aún lo hacen algunos, pero no todos. El empresario de Brihuega da un dato: «Mire, el primer año que contraté a Morante perdí unos 78.000 euros. Ayer perdí menos, pero las cuentas no cuadran».
Aun así, el empresario prefiere quedarse con la parte positiva: «La gente salió contenta». Más que por los trofeos, por compartir con Don Juan Carlos una tarde de toros. ¿De toros? De «pequeñostoros» y «grandeshermanos»...
La ovación fue para Su Majestad y el agradecimiento público de la empresa y la afición, también.
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