La leyenda de Escribano

FERIA DE SEVILLA

• Una lección de Manuel Escribano y otra, de pundonor, de Dávila Miura

Miuras en el cierre de Sevilla. Manda la tradición. 

Y uno de la casa, Eduardo Dávila Miura que después de ocho años retirado de los ruedos se vistió de luces otra vez para rendir homenaje a la ganadería de su familia al cumplirse 75 años consecutivos en los que Miura ha estado en los carteles sevillanos. Toda una leyenda. Y el único torero que ha tenido esta legendaria familia ganadera lo celebró con inmensa dignidad y un mérito enorme.

Salió ileso del encuentro con el primero, que desarrolló peligro con saña.

 Y en el cuarto lidió con solvencia, no se amilanó y hasta corrió la mano ante las embestidas, midiendo y mirando, del toro. Mató de una soberbia estocada y, con protestas, le dieron una oreja que era como un reconocimiento al gesto del torero.

Pero la tarde tuvo un triunfador indiscutible, Manuel Escribano.

 Pudo con el segundo que hacía hilo y se venía a las femorales. Faena larga y densa. En el quinto, que reponía de lo lindo, consiguió vencer el mal estilo, muy plantado y firme. Faena para aficionados que remató de un espadazo letal. Una oreja de mucho peso que es como un pasaporte para su prueba de fuego en San Isidro.
Y con una página escrita de oro, de torero de leyenda pues es el único espada que se ha enfrentado a los dos hierros legendarios en la misma feria.

Iván Fandiño sigue entre abúlico y sin suerte. Dos toros para jugarse el pellejo, dos regalitos de los que nadie quiere. 

Fandiño trasteó sin convicción, a sabiendas de que allí no había más opción que el trámite digno o el quirófano.

Sevilla, domingo 26 de abril de 2015. Toros de Miura. Bien presentados y de juego desigual. Eduardo Dávila Miura, ovación con saludos y oreja; Manuel Escribano, ovación con saludos y oreja tras petición de la segunda; Iván Fandiño, silencio tras aviso. Entrada: Casi lleno. Eduardo Dávila Miura saludó una fuerte ovación tras romperse el paseíllo que compartió con sus compañeros de cartel.