En su medida y su contenido, las responsabilidades mayores las han asumido, por este orden, José María Manzanares y Enrique Ponce. Pero luego, cuando sale el toro, cualquiera puede aspirar a romper los cerrojos de la Puerta del Príncipe.
Atrás queda la polémica del invierno, que cómo mucho se retomará así que pasen siete meses. Ahora lo mas relevante radica en que para ayudar en las actuales circunstancias a la Fiesta, a todos conviene que la feria abrileña retome un camino de autenticidad y de verdad, que constituyen elementos indispensables para la recuperación
En ese ruedo asimétrico, que tanta historia tiene a sus espaldas, rompe ahora el abono 2015 de Sevilla también con una oferta asimétrica en su composición, fruto de las desavenencias de la Empresa Pagés con lo que hoy se ha convertido en un G-4. Si se releen los carteles, parece evidente que rompen con la geometría taurina de la lógica; pero es la figura que se ha podido trazar sobre el papel con los lápices que había, sin que por ello se dejen de observar ausencias que debieron ser subsanadas.
Cuando suene por primera vez el clarín, toda la historia pasada quedará para en las hemerotecas. O para las añoranzas de lo que pudo ser y no fue. Pero, sobre todo, quedará en la memoria de los aficionados, primeros damnificados de esta causa, o de este despropósito, según se mire. Probablemente, metidos de lleno en el carrusel de la temporada, no la volveremos a abrir hasta allá por el otoño, cuando la Casa Pagés comience a trenzar de nuevo ese difícil encaje de los carteles sevillanos y otra vez se entre en la discusión sobre el G-4, si para entonces dura.
A nadie se le oculta que Sevilla tiene por delante una papeleta no exenta de incógnitas, la primera de las cuales radica en el grado de aceptación que han tenido los carteles ofertados en cuanto guarda relación con la renovación de los abonos.
Sin embargo, Sevilla tiene sobre todo una papeleta gorda: comprobar que ocurre con los toros que salgan por los chiqueros. La pasada corrida de Resurrección resultó preocupante: el lote que envió Juan Pedro Domecq ni tuvo la presencia que requiere una plaza de primer orden, ni sacó la raza y el poder que debiera presumirse en un cuatreño de bravo. Si ya en Valencia comprobamos que se estaba bajando el listón de modo preocupante, el test de Sevilla va a resultar definitivo para hacernos una idea de cuál será la tónica del año taurino.
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