Además sorprendieron al público con un recital de distintos saltos que sorteaban las embestidas del toro. Fue la manera de finalizar un festejo especial que tuvo el éxito principal, el del público, que llenó la plaza en más de tres cuartos del aforo y un miércoles de feria. Eso es mucho decir
Quizá ocurrió antes, lo del amor. El de Zaragoza con El Fandi, porque en verdad la conexión empezó antes de que se descubriera la infinita grandeza del toro. Pero «Picarón» disparó las emociones. «Picarón» fue un toro extraordinario de Fuente Ymbro.
El único toro de la corrida, pero tan bravo que la sostuvo. Inolvidable.
Y de qué manera. Al galope iba al encuentro y se desplazaba dos o tres metros de más para sin pararse, sin echar una mala mirada, ni desafiar ni plantear más cuestiones que la voluntad de ser un feliz cómplice, volver a por la muleta otra vez. De nuevo. Estrenaba muletazos con el alma limpia y la casta impoluta. Encadenado uno a otro por codicia, por querer. Hilvanadas las embestidas lo suyo era una espiral de bravura de la que no se apartó nunca.
Ritmo más lento. Hubo una tanda maciza y el resto ya fue un diálogo con el público en una suma de muletazos. «Picarón» era de monumento. Metió la espada y paseó los dos trofeos. Una locura colectiva fue la suerte de banderillas del sexto, que en diciembre cumplía los seis años. Pero luego el rajado toro, serio a rabiar como toda la corrida de impresionante presentación, no quería viajar
Padilla cumplió su tarde con un primero muy abierto de cara, que tuvo movilidad pero no entrega y un cuarto, que desarrolló guasa y con violencia y carbón. Intentó meterle en vereda, pero había que estar listo, en cualquier momento... Resolvió.
Zaragoza. Corrida goyesca. 250 aniversario. Se lidiaron toros de Fuente Ymbro, muy serios de presentación. El 1º, movilidad sin entrega; el 2º, va y viene, desrazado; el 3º, gran toro, bravo, encastado, repetidor y de larguísima arrancada, premiado con la vuelta al ruedo; el 4º, movilidad con peligro y violencia; el 5º, movilidad dura midiendo por arriba y enseguida se para; y el 6º, rajado y de corta arrancada. Tres cuartos largos de entrada.
Juan José Padilla, de tabaco y bordado en hilo blanco, media tendida, descabello (silencio); estocada (saludos). Miguel Abellán, de blanco e hilo blanco, pinchazo hondo, descabello (silencio); estocada, descabello (silencio). El Fandi, de blanco y azabache, estocada tendida, aviso (dos orejas); media atravesada, descabello (silencio).
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