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martes, 23 de febrero de 2016

UN TORERO NUEVO

David Mora ha renacido encarnado en un torero más mesurado, más vertical y con mayor gusto, temple y relajo.
 Sus faenas han tenido pasajes de toreo realmente exquisito.

 Desaparecida toda violencia de sus maneras, costaba admitir que llevaba casi dos años sin vestir el traje de luces.
 Es cierto que ha tenido en sus manos el lote más potable de los Parladé, pero a fe que Mora no ha reaparecido para aprovechar el morbo de su tremenda cornada de Las Ventas en una desafortunada portagayola.
 Además de dar las gracias a la ciencia médica por haber devuelto a la vida activa a un torero que muchos daban por perdido, hay que agradecer al propio torero que nos haya reafirmado en la idea de que el hombre es el rey de sí mismo.
 Bendita cornada que ha engendrado envuelto en el dolor un torero al que de ahora en adelante habrá que poner mucha atención.
 Un caso, el de David Mora, de superación de la adversidad en beneficio del arte del toreo.
Si lo que ha desarrollado el torero toledano en el Palacio de Vistalegre no ha sido un espejismo, es muy probable que los toreros de postín deban apretarse un poco para dejarle sitio en sus filas. 

Me alegro también por ese Tejero que le ha sido fiel y ha sabido esperarlo
. Y -¡faltaría más!- por Simón Casas que si se decide a criar gallinas le ponen huevos de dos yemas. Vamos, que oye caer un euro y sabe lo que pesa sólo con su tintineo sobre los ladrillos. 
Pero sobre todo me alegro por la nueva dimensión torera de mi tocayo, que debe olvidarse de los rodillazos frente a los chiqueros, porque tal y como ha toreado en su reaparición no los necesitas para nada.

Por Paco Mora

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