Dios me libre de insinuar siquiera que intentar un golpe de estado civil contra la democracia y la prohibición de un espectáculo legal y reglamentado sean delitos de la misma magnitud, pero sí que forman parte de un todo que es la vulneración de los derechos y libertades que consagra la Constitución.
Es por eso que desde todos los ángulos implicados en la Fiesta de los Toros, deberíamos exigir con decisión y ahínco que inmediatamente después de que el Imperio de la Ley quede restaurado en Cataluña, como no cabe duda que ocurrirá puesto que el Gobierno de la nación y todos los partidos constitucionales, e incluso el Rey, han empeñado su palabra en ello, se levante la prohibición de celebrar espectáculos taurinos en la tierra que durante demasiado tiempo Pujol y sus secuaces creyeron que era una finca de su propiedad en la que podían hacer y deshacer impunemente pasándose la Ley por el forro.
Además, los gerifaltes responsables de la intentona golpista, cuyo punto de arranque fue el cierre a cal y canto de todas las plazas de toros de la región, deben pagar los daños y perjuicios económicos y morales que su ilegal decisión han ocasionado.
Y que no vengan los buenistas equidistantes y “arreglaores” (versión Corcuera) con la historia de que hay que perdonar, olvidar y transigir para evitar males mayores.
Porque el mayor mal para un país es la dejación del principio de autoridad y la timidez para aplicar las leyes que defienden los derechos y libertades de los ciudadanos de bien.
¿O es que siempre tienen que ganar los malos para que haya paz? Pues no; esa paz no vale la pena porque se convierte en cobardía y servidumbre.
Así es que en Cataluña; libertad, democracia y toros ¡YA!
Por Paco Mora.http://www.aplausos.es/
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