Mi sentido pésame a Cinta, la mujer de Santi. Pero también me doy el pésame porque Santi era mi amigo. Fuimos compañeros en la revista 6TOROS 6 y en aquellos años, además de compañeros nos hicimos amigos.
A Santi nunca le vi torear de luces. Supe que le había apoderado Miguel Báez “Litri”, que interrumpió su carrera porque, supongo, tenía demasiadas cosas en la cabeza, que se hizo profesor de ciencias físicas, y ejerció como tal en la Universidad de Sevilla y después en un Instituto en Sanlúcar de Barrameda, y que finalmente José Antonio Campuzano le dio la alternativa en un pueblo de la Huelva donde nació.
De Santi recuerdo su poder de comunicación, entrañable y magnético, en unos coloquios que dio en Santander y en una conferencia espléndida que pronunció en Zacatecas. Disfrutábamos entonces del mundo fascinante del toreo, todavía no sabíamos que la vida es un fiesta que siempre termina mal.
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