Pepe Luis Vázquez Silva, hijo del legendario Pepe Luis Vázquez Garcés, el Sócrates de San Bernardo, ha muerto en Sevilla a la edad de 67 años. Su fallecimiento se ha producido este viernes en su finca sevillana de Carmona. Fue la gran esperanza del toreo de arte a finales de los 70, principio de los 80, pues reunía la sevillanía, la naturalidad, ese modo de torear con la palma de las manos.
Recibió la alternativa el 19 de abril de 1981, de manos de su tío Manolo Vázquez, en Sevilla. Y en presencia de Curro Romero como testigo. Precisamente con Curro protagonizó un cartel de enorme éxito aún de novillero, en aquellas corridas mixtas que dieron la vuelta a España junto al rejoneador Joao Moura. Fue también su tío Manolo quien estuvo de nuevo en otro de los momentos más emotivos de su carrera, la confirmación en Madrid, apenas un mes después del doctorado, el 23 de mayo, junto a Curro Vázquez de testigo. Ese día se lidiaron toros de Manolo González. El toro se llamó Polvorón. Y el de la alternativa, Desesperado, de Jandilla.
«Él es el primero de la larga serie de novilleros que en los últimos
años de los setenta y a lo largo de todos los ochenta son hijos de toreros de los años cincuenta y sesenta, y su aparición desencadenó una química reacción de simpatía y nostalgia entre los que disfrutaron de la torería de su padre, que, por cierto, se opuso inicialmente a que hubiera otro Pepe Luis en el toreo», escribió Carlos Abella en su Historia del Toreo (3).
Sus desigualdades provocaron que sus actuaciones fueran escasas en cada una de las siguientes temporadas. Pero el arte y la naturalidad, la torería y el modo de estar en la calle y en la plaza, pues eso es, presidieron su vida. Se va con el reconocimiento, el respeto y el cariño de todo el mundo del toro. Las Ventas y la Maestranza fueron las plazas donde se centró su carrera, de breve aliento. Y ciertamente las tuvo en su mano, siempre con la ilusión en los labios.
En Madrid la huella de su calidad quedó grabada en la faena al toro Ropavieja, de la ganadería de Torrealta, el 22 de mayo de 1985, y el 29 del mes de septiembre volvió a cortar una oreja. Había un nexo de unión entre su toreo y el de Antonio Bienvenida, el secreto de la naturalidad. El nieto del maestro, Gonzalo I. Bienvenida, escribió sobre Pepe Luis unas bellísima líneas en una de sus últimas actuaciones, la inolvidable de Granada en 2017: «Es capaz de convertir la fragilidad en exquisita pureza, las dudas en torería infinita y el esfuerzo que se hace en la cara del toro en una naturalidad inigualable. Pepe Luis Vázquez regaló una obra para el recuerdo. El milagro que sus partidarios seguían esperando con la llama de la ilusión encendida».
Hace unos años (2019) sufrió Pepe Luis Vázquez un ictus que le causó una hemiplejia de la que le costó mucho recuperarse. Y cuyas consecuencias parecen haberle arrastrado al fatal desenlace en su finca Canto, donde después de una penúltima salida a escena al lado de Morante de la Puebla. De quien se convertiría en asesor y compañero de viaje.
Descanse en paz Pepe Luis Vázquez, la eterna esperanza, caballero en el ruedo, la naturalidad en la plaza y en la vida.
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