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lunes, 25 de febrero de 2013

De Veraneo y Novillos por América.



Por Carlos Ilián
América taurina es un eslabón más del negocio, una fuente de ingresos para las figuras españolas y una oportunidad de pasar el invierno europeo al calor del trópico. Pero, sin duda, es importante que la fiesta  recale por aquellos cinco países taurinos de Latinoamérica por lo que supone de globalización del toreo y es bueno, muy bueno, que en México, Colombia. Perú, Ecuador y Venezuela se viva con intensidad la fiesta, a pesar de las zancadillas que en ciudades con tanta tradición torera como Bogotá y Quito se haya suspendido, de momento, la celebración de corridas de toros.
Bien, pero ¿qué clase de espectáculo se ofrece y cuál es el nivel de exigencia al que se enfrentan los españoles y en concreto las figuras por esas tierras?. La respuesta la podría ofrecer cualquier fotografía o video de los que aparecen en los portales taurinos de los festejos celebrados en aquellas plazas. Causa sonrojo que quienes llegan a América con la vitola de figuras y allí reciben un trato exageradamente generoso, en cuanto a dinero y afectos, no tengan el menor reparo en engañar a la gente lidiando unas novilladas indecorosas. A eso se le llama irse de veraneo a matar novillos y llevarse la pasta. Un atropello que por desgracia a la buena gente latinoamericana, que se lo traga inocentemente y lo que es peor, que esas fechorías cuenten con la tapadera de la inmensa mayoría de la prensa y de los medios de aquellos países. Cuando leo que El Juli ha estado valentísimo y en gran lidiador, o que Talavante lo ha bordado o que Pablo Hermoso de Mendoza ha dado una lección magistral, me entran náuseas.
Me dirán que eso es lo que hay por allí, pero me consta, por propia experiencia, que en algunas ganaderías hay género mucho más serio, el que no quieren ni ver los de por aquí y que suele ser el tipo de corridas que matan los de por allá, muchachos poco placeados y que sufren una discriminación odiosa e injusta. Y así nos seguirán llegando las noticias de los festejos americanos como si fueran normales, serios y exigentes, cuando la verdad es que, en general, se trata de una engañifa montada sobre la ignorancia de la gente, la cara dura de las figuras españolas, el ego de los ganaderos locales y la complicidad de los medios.

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