Melilla será por Septiembre la Ciudad de los sueños.
La de los sueños cumplidos, como aquel de Antonio Ferrera cuando era un niño de apenas nueve años y, sentado en una grada de la plaza de Mérida, fantaseaba con carteles y paseíllos. «El maestro se abrió de capote y, la finalizar la espiritualidad de la obra, aquel niño tenía lágrimas».
El maestro era Juan Mora; el infante, el propio Ferrera. Ahora ambos compartirán «otra» tarde de toros en Melilla, en la bautizada por Corrochano como Mezquita del Toreo.
En la África taurina, el 7 de septiembre, cuando se celebra el 70 aniversario de la inauguración oficial del citado coso, los dos extremeños actuarán mano a mano. «Dios me ha dado el privilegio de conocer la profundidad del alma de Juan y la generosidad de su espíritu -dijo Ferrera-. Doy gracias a Dios por haberlo puesto en mi camino y Dios quiera que ahora ese niño pueda estar a la altura...»
La ovación trepó en el Aula Bienvenida de Las Ventas, donde se dio a conocer este espectáculo, mientras algunos aficionados soñaban con ese duelo artístico en el ruedo de la Monumental... Pero, de momento, será Melilla el escenario. Ferrera habló despacioso y con la emoción contenida por las palabras que antes le había tributado Mora: «Desde hace cuatro años he compartido momentos entrañables con Antonio, un ser humano muy grande. Es un virtuoso, un apasionado, un filósofo cabal del toreo y de la vida. Una obra de arte es una manifestación del espíritu realizada por el hombre. Y ahora este mano a mano es un reto, una ambición, casi un imposible... Pero lo voy a intentar: torear casi tan bien como lo hace Antonio Ferrera San Marcos».
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