Hace hoy justo 103 , Joselito El Gallo hizo su último paseíllo en la plaza de toros de Madrid junto a Juan Belmonte e Ignacio Sánchez Mejías.
Fue una tarde de profunda amargura para Joselito. Esto es lo que ocurrió, según recoge Paco Aguado en su libro sobre el Rey de los toreros.
La gran exigencia por parte del público que Joselito estaba sufriendo en 1920 alcanzó el 15 de mayo de 1920 sus cotas más altas. La temporada en Madrid estaba resultando bastante polémica y pésima en cuanto al ganado. Y el público madrileño recibió a los tres toreros con una enorme pitada. Pero no solo eso.
Para empezar, la corrida de Albaserrada fue rechazada por “cornicorta” y sustituida por una de Carmen de Federico. Aunque la empresa alegó que los toros “estaban cansados del viaje”. Lo cierto es que este cambio disparó los rumores de la calle, que apuntaron a una maniobra de Joselito por recelar de la ganadería titular.
Joselito y Belmonte, nada más llegar al patio de cuadrillas de la vieja plaza de Madrid, fueron increpados por un grupo de espectadores: ¡Ladrones! ¡estafadores!
Cuando amainó la tormenta, Joselito se dirigió a Belmonte para hacerle saber lo que ya hacía tiempo que le pasaba por la cabeza.
“Oye Juan… La gente está mal con nosotros y va a llegar un día en que no podamos ni salir al ruedo. Lo mejor es que dejemos de torear en Madrid una temporada larga. Que vengan otros toreros. A lo mejor así podemos volver nosotros dentro de un tiempo en mejores condiciones”.
La corrida fue muy mala, con los toros rodando por la arena. El primero se derrumbó en banderillas y comenzaron a caer botellas y almohadillas. Una dio en el brazo de Joselito.
“No olvidaré nunca el ademán con que arrojó la muleta al suelo y la dignidad con que sin mirar a nadie se llegó a la barrera”, escribió Don Quijote.
Joselito tuvo que lidiar varios sobreros de Medina Garvey y de Salas. El último, de nombre Cacharrero y de pelo berrendo en negro, fue el último que estoqueó en la plaza de toros de Madrid.
Una tarde tan difícil podría haber acabado ahí. Pero no. En el sexto toro, Joselito hizo un gran quite por delantales, en terrenos de chiqueros. Pero en vez de una ovación del sol salió una voz:
¿10.000 pesetas por un quite? ¡Ladrón!
“Habéis estao fatales”, tituló en el periódico Gregorio Corrochando, parafraseando al Guerra .
Al término de esa corrida, según escribió José Bergamín en su obra “La claridad del toreo” Juan Belmonte se despidió de su compañero Joselito con estas palabras: “No te importe, José, es que ya lo hacemos tan bien que no se enteran”.
Según relata Paco Aguado, Joselito se fue a su casa de la calle Arrieta a intentar descansar. Hundido, desde su habitación, aún pudo escuchar a los golfillos que pregonaban las gacetas recién salidas de la imprenta: ¡Compre la Tribuna! ¡Con el fracaso de Joselito!
Al día siguiente le esperaba Bailaor en Talavera
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